viernes, 4 de junio de 2010

Sembrados - Javier López

Yo no podía entender por qué varios libros de la biblioteca estaban en el huerto, abiertos y ligeramente hundidos sobre el terreno húmedo, como si estuvieran plantados.
—¿Qué harán aquí? —me pregunté en voz muy baja, sabiendo que nadie me escuchaba.
—Soy yo. Los leo para cultivarme —respondió, en el mismo tono, una coliflor.

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