viernes, 4 de junio de 2010

Condecoraciones - Javier López

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Hoy es el día de mi jubilación. Doce años de servicio en el Cuerpo Nacional de Policía dan para mucho. Muchos momentos de tensión, de peligro, también buenos momentos en los que sabes que has trabajado bien y has salvado la vida de alguien o dado un buen servicio a un ciudadano que lo requería.
En el patio de la Jefatura Provincial se han reunido los altos mandos y estamos en formación los agentes que vamos a ser condecorados. Hace un día radiante, ondea la bandera y suena el Himno Nacional. Me emociono al escucharlo, es el himno de mi patria, del país al que he servido.
Algunos compañeros también recibirán sus condecoraciones. Raúl, al que ayudé a salvar hace no muchos días a unos montañeros perdidos; Damián, con el que participé en una operación contra una mafia que introducía droga camuflada en cargamentos de obras de arte; Luis, al que yo mismo tuve que sacar a rastras de una habitación durante un incendio, porque él había perdido la consciencia...
El jefe acaba de terminar su discurso. Ahora estoy nervioso. Van a imponerme la medalla que supone el reconocimiento a más de una década de actividad.
—Se hace entrega de la Condecoración al Mérito, por su servicio abnegado en este Cuerpo Nacional de Policía, por su sacrificio constante, aún poniendo en riesgo su vida, y su astucia para resolver los casos más difíciles, al Teniente de Policía Leno —anunció mediante la megafonía el Jefe Superior.
—Guau —respondí en señal de agradecimiento.
Entonces un cabo se agachó y me ajustó alrededor del cuello la condecoración. Y José, mi compañero, me llevó a las perreras para darme agua y algo de comida.
Hoy es un día feliz para mí...

Vacíos - Carmen María Hernández

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El bosque está lleno de árboles que sólo una vez al año podría decirse que están llenos de hojas, aunque sólo la mitad (no exactamente) de ellos se llena de frutos. Ningún árbol se llena de pájaros, tampoco las cabezas de las personas ni los cables de electricidad. Las cabezas a veces sí se llenan de personas y los cables tal vez se llenen de electricidad, pero yo de esas cosas de física sé muy poquitito.

Lo que sí sé es que, como el bosque está lleno de árboles desiste de ingerir niños pequeños con todo y carreolas. ¿Pero quién puede asegurar que no ha dejado “un huequito” para un bocado más, por lo menos? Ese libro que leerás en la noche, ¿Está lleno de los bosques que han sido devorados para hacer el papel, y contar historias? “No hay nada más noble que un libro”, piensas, y de pronto, al pasar la página, se abre frente a ti una enorme boca como de…bosque.

Sembrados - Javier López

Yo no podía entender por qué varios libros de la biblioteca estaban en el huerto, abiertos y ligeramente hundidos sobre el terreno húmedo, como si estuvieran plantados.
—¿Qué harán aquí? —me pregunté en voz muy baja, sabiendo que nadie me escuchaba.
—Soy yo. Los leo para cultivarme —respondió, en el mismo tono, una coliflor.

Flores - Javier López

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Se encontraron, como era habitual a esas horas, en el parque, cerca del pequeño lago.
—Tengo un regalo para ti —le indicó él haciendo uso de un lenguaje que a ambos les era bien conocido.
—¡Qué sorpresa! —exclamó ella—. ¿Un regalo? ¿Y a qué se debe?
—Hoy hace tres semanas que te conocí. Sígueme.
Él se movió inquieto, mostrándole el camino. Unos minutos después pasaban por delante de su hogar.
—No, aún no es aquí —dijo, mientras continuaba, agitado, indicándole el camino.
Poco más tarde llegaron al lugar. Él, orgulloso, le mostró su regalo. Una docena de hermosas flores amarillas, rojizas y anaranjadas. Ella, emocionada y nerviosa, se acercó a una y aspiró su aroma.
—Un regalo delicioso —aseguró.
Y entonces, sumergiendo su trompa en lo más profundo de la flor, comenzó a libarla.  Ese era, sin duda, el mejor regalo que le habían hecho nunca.